MUÑECA

A pesar de todo siempre he conservado mi encanto. A pesar de ser víctima de las tijeras, plumones y arrebatos humanos siempre he conservado mi extraña pasividad, como la han llamado. A pesar de que el polvo a cubierto mi rostro y ensuciado mi ropa siempre te estoy mirando, como dices tu, con esa extraña expresión de que ha pesar que el mundo se caiga a mi alrededor todo seguirá igual. Más extrañeza y curiosidad causa el donde termina mi mirada.

Recordando el lazo que hice con aquella niña que me maltrataba por miedo a esa mirada que a pesar de todo no cambiaba y que ella la interpretaba como una mirada maliciosa. Me hizo dar la espalda a todos haciéndome mirar la muralla. Por qué nunca entendió que sólo quería que admiraran mi belleza, que me abrazaran, peinaran mi cabello y acomodaran mi ropa.

Soy más que un objeto. Soy una persona pequeña que sentía y me daba cuenta de todo a mi alrededor, que hasta te daba miedo, más aún con mi rostro kebrado en el piso y mi ojo de vidrio a un costado mirándote y tratándote de decir por qué me hiciste esto, si yo te quería. Tampoco aspiraba a ser la favorita. Podría haber estado mirándote fijamente para siempre si tu hubieras querido. Pero bueno, debo asumir mi condición de objeto y estar a merced de tus voluntades. Objeto que es más general que juguete, porque ni sikiera jugabas conmigo por temor a mi mirada infinita y maliciosa. Infinitamente maliciosa, maliciosamente infinita.